martes, 12 de octubre de 2010

7/07/2010 Tengo auto‼

Luego de una breve pero agotadora búsqueda lo encontré. Allí estaba, reluciente y pulcro, listo para salir, casi esperandome...
Otro burocrático día comenzaba, que el saldo, que el gestor, que las rentas, que el registro del automotor... un mundo nuevo al que me iba adentrando poquito a poco.
Concluido el engorroso trámite que me tomó toda la mañana, me dirigí a la agencia a la hora pactada con el vendedor.
Mientras le mostraba orgullosa mi nueva adquisición a mi hermano Guido y esperabamos la llegada de mi madre (un poco mas experimentada en el asunto), mi nivel de ansiedad se iba elevando a pazos agigantados. No veía la hora de salir de ahí con él, me sentía como una madre a punto de salir del sanatorio con su primogénito recién nacido en brazos.
Se dignó a llegar (tarde como la mayoría de las veces) y comenzó la catarata de preguntas al vendedor, preguntas que yo había obviado como consecuencia de mi inexperiencia, preguntas en busca de potenciales problemas. Yo cruzaba mentalmente los dedos para que no surgiera ninguno, por lo menos no ahí y en ese momento, pues pensaba que no soportaría de ningún modo retirarme del establecimiento sin mi vehículo.
Pero como mi vida no se caracteriza por ir de la mano de la buena suerte, allí estaba frente a mi el primer problema, obviamente descubierto por Caram ( así me dirijo a mi madre cuando estoy ofuscada), como no podía ser de otra manera...
Resultaba ser que no funcionaba el bendito control remoto de la alarma y como consecuencia de esto tampoco el cierre centralizado. Pero lo peor de todo era que tampoco andaba la cerradura del lado del conductor, de modo que no existía manera alguna de cerrar el auto por completo.
Caram me hizo a un lado y comenzó a regañarme cual niño de 4 años luego de una travesura, yo trataba de explicarle que no había reparado en esos detalles, pués daba por sentado que ese tipo de cosas no sucedían ya que eran muy evidentes y rápidamente visibles, sin embargo yo no me había percatado de ellas. Me ebullía la sangre, no me podía estar pasando eso...
Caram continuaba desconfiada buscando mas defectos cuando se acercó el avergonzado vendedor a sugerir que debían ser las pilas del control remoto las que no funcionaban y se ofreció a mandarnos con un empleado a cambiar las pilas, con la condición de que una vez resuelto el asunto, lo alcanzaramos nuevamente a la agencia. Aceptamos la propuesta.
Subimos a MI AUTO, nunca voy a olvidar la grata sensación de ponerlo en marcha por primera vez, fue algo sublime...
Seguía atentamente las indicaciones de mi aterrado copiloto (el empleado de la agencia), quién se percató rápidamente que era la primera vez que manejaba en la calle. Llegamos y cambiamos las pilas. Paradójicamente el control remoto seguía sin funcionar. Yo solo quería llorar. Volví cabizbaja al auto, le conté a Caram lo ocurrido, quién parecía decir con la mirada que era mi culpa por no haberme fijado en esas cosas antes de pagar.
Llegamos a la agencia y Caram enfurecida despotricaba contra el vendedor, le decía que en esas condiciones no iba a retirar el auto hasta que no le solucionara el problema. El le explicó que el dueño anterior vivía muy lejos y no encontraba el otro juego de llaves. Se disculpó y prometío llamar ni bien tuviese novedades al respecto.
No emití sonido alguno durante el camino de regreso a casa con las manos vacías. En cambio Caram y Guido se sonreían casi disfrutando el acontecimiento. Preferiría pensar que no fue así y que solo intentaban aportar la pizca de humor que estaba ausente.
Llegamos a casa, acto seguido suena el teléfono, era el vendedor de la agencia para avisar que había arreglado el control remoto. Se me regocijó el alma, me quería teletransportar a la agencia en ese mismo instante. Caram me dijo: te acompaño, pero manejo yo. Acepté su sometedora petición y salimos rápidamente.
Llegamos a la agencia y automaticamente Caram probó desconfiadamente el control remoto al menos unas 12 veces. El vendedor prometió avisarme cuando el dueño anterior encontrara el otro juego de llaves (todavía sigo esperando el llamado), nos despedimos y nos fuimos a casa.
Por fin‼ Empecé con el pie izquierdo, pensé. Quiero exhibir orgullosa mi P de PRINCIPIANTE. Fue un mal comienzo pero terminó felizmente bien, lo peor ya pasó, se terminaron los problemas‼ O al menos eso era lo que yo creía...

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